lunes, 7 de abril de 2008

Eduardo Estrella

Eduardo Estrella Virella nace el día 5 del mes de junio del año 1953, en la ciudad de Santo Domingo, República Dominicana.

Siendo sus progenitores el entonces Mayor General Guarionex Estrella Sadhalá, Ejército Nacional, y la Señora Mabel Elisa Virella de Estrella. En el cuadro familiar ocupa el 4to lugar entre los hermanos, antecediéndole Paulina, Mabel y Guarionex, siendo la menor Rosa Margarita.

Sus primeros estudios los realizó en el Colegio Calaazán, asistiendo por primera vez a clases con apenas 3 años de edad, ya que siempre quiso acompañar a su hermano Guarionex al colegio. Es desde esa época y con el ejemplo familiar que se inicia en la formación cristiana.

Desde pequeño se caracterizó por su madurez e independencia, a la vez disfrutaba y le gustaba compartir con personas mayores. En su niñez ingresó al movimiento Scouts Dominicanos lo que le ayudó a disciplinar su fuerte carácter y a afianzar lo que es ley en su vida: Servir a los demás sin esperar recompensa. Para esa época estudiaba en el Colegio de La Salle de Santiago de los Caballeros, donde inició sus estudios en el año 1961. En este mismo lugar realizó sus estudios secundarios, los cuales finalizaron en el año 1971. Logrando así tener sus conocimientos básicos y secundarios lo suficientemente afianzados, y reconocido por la Salle, con ello partió a la ciudad de México donde en el año 1972 hasta el 1977, cursa su carrera de Ingeniero Civil en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En el año 1983 formó la compañía Constructora ECOPE (Edificaciones y Construcciones Pesadas), de la cual es su presidente.

El 15 de Marzo del año 1985 contrae matrimonio con Arelis Cruz, con quien procreó a Paula Isabel, Eduardo Guarionex y Mabel Elisa. Constituyendo así el pilar de su vida matrimonial.

martes, 12 de febrero de 2008

General Gregorio Luperón

Gregorio Luperón

Restaurador y patriota nativo de Puerto Plata. Nació en el año de 1839. Hijo de Nicolasa Luperón una inmigrante de color inglesa, dueña de un ventorrillo y para quién de niño, tuvo que vender piñonate en una bandeja por las calles, para ayudar al sostenimiento del hogar.

Aprendió primero el inglés, lengua que se hablaba en su casa, que el español. Cuando apenas tenía catorce años, mostraba una fuerza de carácter y una dedicación al trabajo de hombre hecho y derecho, lo que hizo que Pedro Eduardo Dubocq, comerciante establecido en Puerto Plata, lo encargara de dirigir los trabajos de cortes de madera que tenía en Jamao. Desempeñó este trabajo a cabalidad, aprovechando además la biblioteca existente en la casa de campo que el señor Dubocq poseía en el lugar,para cultivar su espiritu.

Teniendo solamente vientidos años cuando se produce la anexión, el joven Luperón siente en lo más íntimo de su ser, la rebeldía contra el nuevo estado de cosas y, solo, castiga a los malos dominicanos que se atreven, en su presencia, a menospreciar lo dominicano. Habiéndole dado una paliza a uno de éstos, fue hecho preso pero escapó de la cárcel, buscando refugio en Haití desde donde se trasladó a los Estados Unidos. Poco tiempo después regresó clandestinamente por Monte Cristi, tomando parte en el levantamiento de Sabaneta en 1863.

Derrotados los insurrectos, se retiró a las montañas y desde ellas buscó refugio en La Vega, fomentando clandes?tinamente la rebelión, hasta que, después del Grito de Capotillo se uniera al sitio de Santiago, dándosele la jefatura de un Cantón y poco después el rango de General. Hombre de un "valor fabuloso" como fue calificado siempre, descolló de inmediato de entre sus compañeros, por su acen?drado patriotismo y por su combatividad iniciativa en la acción. Reco?nocidos sus méritos por el Gobierno de Santiago, se le designó Jefe Superior de Operaciones en la Provincia de Santo Domingo, donde debía enfrentar al grueso del ejército español, comandado por Pedro Santana.

Las grandes dotes de guerrero de Luperón fueron puestas de manifiesto en la campaña que llevó a cabo contra el poderoso y disciplinado ejército español, puesto que en inferioridad de hombres, de armas y de medios, supo desarrollar una guerra de guerrillas que desgastó a la poderosa fuerza española.

Independiente en la forma de llevar la guerra se malquistó con sus superiores por lo que se le relevó del mando. Regresó a Santiago, dondé aceptó el cargo de Vicepresidente de la Junta Gubernativa. Restaurada la República regresa a su pueblo rodeado de la admira?ción y el cariño del pueblo dominicano que reconoce en él, al más íirme paladín de los ideales patrios. Desde allí se opone al regreso al poder de Báez y es expulsado del país, pero a los pocos meses está nuevamente de regreso integrando el movimento llamado del Triunvirato que en poco tiempo derroca a Báez y se hace gobierno.

Disuelto el Triunvirato en 1866 en favor de la constitucionalidad, asume la Presidencia de la República el General José María Cabral.

Derrocado el gobierno de Cabral en 1868, Luperón se ve obligado a salir de la República, desde donde despliega una intensa campaña de oposición a las pretensiones anexionistas de Báez y logra preparar una expedición, llamada del Telégrafo, por el nombre del barco que se utilizó para la misma.

Fracasada la expedición revolucionaria por la intervención de los Estados Unidas, tuvo que alejarse de las costas dominicanas. Sin embargo, ante la inminencia de la posible anexión a los Estados Unidos, Luperón no desmaya en su lucha contra Báez y los anexionistas, recabando el apoyo de la opinión pública latinoamericana y enviando protesta tras protesta al Senado de los Estados Unidos.

Expulsado Báez del poder por la Revolución Unionista en 1873, pudo Luperón retirarse a Puerto Plata, aunque manteniéndose siempre alerta, para defender la integridad de la República y la libertad ciudadana. Al ascender al poder Ulises Espaillat, Luperón accede a desempeñar el cargo de Ministro de Guerra y Marina por entender que debía cooperar con un gobierno respetuoso de los derechos ciudadanos, presidido por un pa?triota esclarecido como Don Ulises
Espaillat. A pesar del decidido apoyo de Luperón, el Presidente Espaillat se vio obligado a renunciar.

Nuevamente exilado, Luperón debe esperar más de dos años, que sus antiguos enemigos González y Báez se alternen en el poder para regresar nuevamente a la patria.

Al ser derrocado el gobierno de Césareo Guillermo, se establece un gobierno Provisional presidido por Luperón, con sede en Puerto Plata, que, durante los catorce meses de su ejercicio, trajo la paz, la libertad y el progreso al pueblo dominicano, llevando al país a unas elecciones limpias en 1880 en que fue electo Presidente de la República el Presbítero Fer?nando Arturo de Meriño, respaldado por Luperón, que más tarde se retiró a Europa siendo designado Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario. Regresado al país es nombrado Delegado del Gobierno en el Cibao durante el régimen de
Francisco Gregorio Billini y así al renunciar éste en 1885, se encuentra del lado del Vicepresidente Alejandro Woss y Gil.

Al estallar la revolución en 1886, desde su cargo Luperón se enfrenta a ésta en Puerto Plata contribuyendo al triunfo de Ulises Hereaux y la ascensión de este a la Presidencia en 1887.

Arrepentido, tempranamente, al darse cuenta del carácter y las inten?ciones dictatoriales de Lilís, se va al exterior a combatirlo, pero no pudo realizar una campaña efectiva, por la falta de apoyo del Gobierno Haitiano.

Enfermó de gravedad en Saint Thomas y fue buscado por el mismo Ulises Hereaux, muriendo en su pueblo natal el 21 de mayo de 1897.

sábado, 2 de febrero de 2008

Matías Ramón Mella

De las tres grandes figuras próceres del siglo 19, fundadores de la República, Matías Ramón Mella representa la expresión militante y decidida y el más adaptado a las actividades políticas de una sociedad precapitalista.

Matías Ramón (que, por error, anteriormente se le llama Ramón Matías) nació el 25 de febrero de 1816 en la ciudad de Santo Domingo, hijo de Antonio Mella y Álvarez y Francisca Castillo Álvarez. En Santo Domingo creció y vivió, adquiriendo para su adolescencia y primera juventud fama de hombre de valor. Se le reputaba como muy diestro en el uso de la espada y el sable.

Como de otras figuras de la historia dominicana, poco sabemos de la vida de Mella en sus primeros tiempos. En 1835, a los diecinueve años, es nombrado "Preposé", o encargado de la común de San Cristóbal. Al parecer allí se dedicó también al negocio del corte de madera, actividad de la que se ocupaba Antonio Duvergé lo que supone que se conocieron desde entonces.

Contrajo matrimonio a los veinte años con la joven María Josefa Brea, perteneciente a una familia burguesa importante, aunque ninguno de los dos aportó grandes bienes al matrimonio, según hace constar en el testamento fechado 5 de mayo de 1859. Fue ya casado, cuando al parecer adquirió sus bienes y propiedades, parte de ellos por vía hereditaria tras el fallecimiento de su padre en febrero de 1837.

No se sabe tampoco cuando conoció a Juan Pablo Duarte pero, fundada la sociedad secreta "La Trinitaria", se adhirió a ella en calidad de "comunicado", junto a Francisco del Rosario Sánchez y Félix María Del Monte. Duarte vio en Mella un discípulo de condiciones excepcionales y lo designó para substituir a Juan Nepomuceno Ravelo cuando éste fracasó en las gestiones que le encomendara, de llegar a un acuerdo con los dirigentes haitianos cuando se organizara el movimiento de la Reforma (paso previo para alcanzar la independencia).

Todavía en 1842 residía o visitaba con frecuencia a San Cristóbal ligado al negocio del corte de madera. En enero de 1843 fue comisionado por Duarte para trasladarse a la villa haitiana de Los Cayos de San Luis, al sur de la isla, para hacer contactos con los revolucionarios reformistas adversarios del presidente Boyer. La táctica correcta de Duarte de aliarse con los enemigos de Boyer, encontró en Mella un agente capaz de sumar a los militares y civiles que encabezados por Charles Herard, querían el derrocamiento del presidente de la república que tenía más de veinticinco años gobernando, y cuyo mandato se había convertido en una represiva dictadura, situación que facilitaba los planes de Duarte frente al régimen.

A su regreso de Los Cayos, luego del derrocamiento de Boyer, Mella se trasladó al Cibao Central como agente propagador del ideal republicano. Cuando Charles Herard, como Presidente de la República, visitó la parte oriental, a su paso por esa región ordenó la prisión de Mella, Rafael Servando Rodríguez y el sacerdote Juan Puigbert, acusándolos de querer destruir el ejército y los remitió a Puerto Príncipe donde permanecieron dos meses detenidos, regresando en septiembre a la parte oriental.

Los sucesos se precipitaron y, en ausencia de Duarte, junto a Sánchez, activaron los preparativos revolucionarios. En enero de 1844 ayudó a Sánchez, jefe del Movimiento, a redactar el Acta de Independencia y, a sugerencia suya, se le llevó a Tomás Bobadilla para su revisión.

En la noche del 27 de febrero de 1844 es de los primeros conjurados en llegar a la Puerta de la Misericordia. Exhorta a unos pocos temerosos a no abandonar el lugar y, audaz e impulsivo, Mella dispara su famoso trabucazo en la Puerta de la Misericordia, partiendo desde allí los conjurados hacia la Puerta del Conde, donde es proclamada la República e izada la Bandera Dominicana.

Proclamada la República, forma parte de su primera Junta Central Gubernativa, presidida primero por Sánchez y luego por Tomás Bobadilla, convertido en la figura determinante de la misma. Para los primeros días de marzo parte para el Cibao como Gobernador del Distrito de Santiago y Delegado de la Junta Central Gubernativa, pero en realidad es el jefe político y militar de la región más importante del país. Ostenta el rango de Coronel del naciente Ejército Nacional, que será el Ejército Libertador. Hace venir a José María Imbert, de Moca, y lo nombra su segundo en el mando militar.

A mediados de marzo llega a territorio dominicano el señor Teodoro S. Heneken, procedente de Cabo Haitiano, y advierte a las autoridades las intenciones de invasión por parte de Haití. Solamente Mella es receptivo a los informes del viajero. Deja instrucciones a Imbert de lo que debe hacer y recorre la región reclutando hombres y tomando posiciones que revelan su gran capacidad militar organizativa. Cuando comienza la batalla de Santiago, Mella no se encuentra en el lugar del combate, aunque parte importante de los méritos son suyos porque dispuso las primeras instrucciones y escogió a Imbert como lugarteniente..

Los acontecimientos tomaron un giro diferente después de la victoria de Azua el 19 de marzo. Duarte se presentó en el Cibao y Mella, entusiasmado e impulsivo, lo proclamó Presidente de la República. Esa acción rompió el equilibrio de las fuerzas que dirigían la joven república y terminó imponiéndose el sector social más atrasado, encabezado por Pedro Santana y Tomás Bobadilla. Los auténticos héroes nacionales son declarados traidores a la patria y expulsados de por vida del territorio nacional. Volvió, junto con Sánchez, al país en 1848 amparado por la amnistía decretada por el Presidente Manuel Jiménez.

Cuando Faustino Soulouque invade el país, Mella se incorporó al Ejército, destacándose en la famosa Batalla de Las Carreras y termina siendo secretario de Pedro Santana. Luego de la renuncia del Presidente Jiménez, electo Báez Presidente de la República, en septiembre de 1849, es nombrado Secretario de Estado de Hacienda y Comercio. Separados y enemigos Santana y Báez, Mella seguirá al lado del primero. Siempre lo prefirió al segundo, hasta que la causa de la anexión a España los enemistó para siempre. Entre 1849 y 1861, en enero, cuando rechaza frente a Santana el proyecto de anexión, ocupará Mella importantes cargos civiles y militares. Comandante de Armas, Ministro de la Guerra, Gobernador, Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario en Misión Especial frente al Gobierno español, para gestionar el reconocimiento de la República o del Protectorado. En julio de 1856 se le encomendó preparar un proyecto de ley para organizar el Ejército. Ya se le tenía y respetaba como un entendido en asuntos militares.

Y lo demuestra cuando se inicia la Guerra Restauradora. Incorporado al Movimiento, en agosto de 1863, se le confiaron importantes misiones. Viajó al sur atravesando la Cordillera Central por Constanza, con el encargo de organizar las tropas restauradoras dirigidas por Pedro Florentino. Es designado Ministro de la Guerra y elabora el Manual de Guerra de Guerrillas que dirige por medio de una circular de fecha 26 de enero de 1864 y que recoge toda la experiencia del pueblo dominicano en esta forma singular de lucha.

El general Mella, mientras rendía sus útiles servicios a la causa, fue atacado de disentería y exhaló el último aliento en extrema pobreza el 4 de junio de 1864. Vivía entonces en una mala casita, de las improvisadas después del incendio, sita al pie del fuerte San Luis, en Santiago de los Caballeros. Murió con la singular distinción de ser dos veces prócer de la República. Pidió que lo enterraran envuelto en la Bandera Nacional y, así se hizo.

sábado, 26 de enero de 2008

Miguel de Cervantes Saavedra

A diferencia de la de su contemporáneo Lope de Vega, quien conoció desde joven el éxito como comediógrafo, poeta y seductor, la vida de Cervantes fue una ininterrumpida serie de pequeños fracasos domésticos y profesionales, en la que no faltó ni el cautiverio, ni la injusta cárcel, ni la afrenta pública. No sólo no contaba con renta, sino que le costaba atraerse los favores de mecenas o protectores; a ello se sumó una particular mala fortuna que lo persiguió durante toda su vida. Sólo al final, tras el éxito de las dos partes del Quijote, conoció cierta tranquilidad y pudo gozar del reconocimiento hacia su obra, pero siempre agobiado por las penurias económicas.

Sexto de los siete hijos del matrimonio de Rodrigo de Cervantes Saavedra y Leonor de Cortinas, Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá (dinámica sede de la segunda universidad española, fundada en 1508 por el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros) entre el 29 de septiembre (día de San Miguel) y el 9 de octubre de 1547, fecha en que fue bautizado en la parroquia de Santa María la Mayor. La familia de su padre conocía la prosperidad, pero su abuelo Juan, graduado en leyes por Salamanca y juez de la Santa Inquisición, abandonó el hogar y comenzó una errática y disipada vida, dejando a su mujer y al resto de sus hijos en la indigencia, por lo que el padre de Cervantes se vio obligado a ejercer su oficio de cirujano barbero, lo cual convirtió la infancia del niño en una incansable peregrinación por las más populosas ciudades castellanas. Por parte materna, Cervantes tenía un abuelo magistrado que llegó a ser efímero propietario de tierras en Castilla. Estos pocos datos acerca de las profesiones de los ascendientes de Cervantes fueron la base de la teoría de Américo Castro sobre el origen converso (judíos obligados a convertirse en cristianos tras 1495) de ambos progenitores del escritor.

El destino de Miguel parecía prefigurarse en parte en el de su padre quien, acosado por las deudas, abandonó Alcalá para buscar nuevos horizontes en el próspero Valladolid, pero sufrió siete meses de cárcel por impagos en 1552, y se asentó en Córdoba en 1553; dos años más tarde, en esa ciudad, Miguel ingresó en el flamante colegio de los jesuitas. Aunque no fuera persona de gran cultura, Rodrigo se preocupaba por la educación de sus hijos; el escritor fue un lector precocísimo y sus dos hermanas sabían leer, cosa muy poco usual en la época, aun en las clases altas. Por lo demás, la situación de la familia era precaria. En 1556 Leonor vendió el único sirviente que le quedaba y partieron hacia Sevilla, con el fin de mejorar económicamente, pues esta ciudad era la puerta de España a las riquezas de las Indias y la tercera ciudad de Europa, tras París y Nápoles, en la segunda mitad del siglo XVI.

A los diecisiete años Miguel era un adolescente tímido y tartamudo, que asistía a clase al colegio de los jesuitas y se distraía como asiduo espectador de las representaciones del popular Lope de Rueda, como recordaría luego, en 1615, en el prólogo a la edición de sus propias comedias: «Me acordaba de haber visto representar al gran Lope de Rueda, varón insigne en la representación y del entendimiento».

En 1551 la hasta entonces pequeña y tranquila villa de Madrid había sido convertida en capital por Felipe II, por lo que en los años siguientes la ciudad quintuplicaría su tamaño y población y llevados, nuevamente, por el afán de prosperar, los Cervantes se trasladaron en 1566 a la nueva capital. No se sabe con certeza que Cervantes hubiera asistido a la universidad, a pesar de que en sus obras mostró familiaridad con los usos y costumbres estudiantiles; en cambio, su nombre aparece en 1568, firmando cuatro composiciones en una antología de poemas en loa de Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, fallecida ese mismo año. El editor del libro, Juan López de Hoyos, humanista, probable introductor de Cervantes a la lectura de Virgilio, Horacio, Séneca y Catulo y, sobre todo, a la del humanista Erasmo de Rotterdam, se refiere a aquél como «nuestro caro y amado alumno». Otros aventuran, sin embargo, que en el círculo o escuela de Hoyos, Cervantes había sido profesor y no discípulo.

En el año de 1569 un tal Miguel de Cervantes fue condenado en Madrid a arresto y amputación de la mano derecha por herir a un tal Antonio de Segura. La pena, corriente, se aplicaba a quien se atreviera a hacer uso de armas en las proximidades de la residencia real. No se sabe si Cervantes salió de España ese mismo año huyendo de esta sanción, pero lo cierto es que en diciembre de 1569 se encontraba en los dominios españoles en Italia, provisto de un certificado de cristiano viejo (sin ascendientes judíos o moros) y meses después era soldado en la compañía de Diego de Urbina.

Pero la gran expectativa bélica estaba puesta en la campaña contra el turco, en que el Imperio español cifraba su continuidad en el dominio y hegemonía en el Mediterráneo. Diez años antes, España había perdido en Trípoli cuarenta y dos barcos y ocho mil hombres. En 1571 Venecia y Roma formaban, con España, la Santa Alianza, y el 7 de octubre, comandados por el hermanastro bastardo del rey de España, Juan de Austria, vencieron a los turcos en la batalla de Lepanto. Fue la gloria inmediata, una gloria que marcó a Cervantes quien relataría luego, en la primera parte del Quijote, las circunstancias de la lucha. En su transcurso recibió el escritor tres heridas, una de las cuales, si se acepta esta hipótesis, inutilizó para siempre su mano izquierda y le valió el apelativo de «el manco de Lepanto» como timbre de gloria.

Junto a su hermano menor, Rodrigo, Cervantes entró en batalla nuevamente en Corfú, también al mando de Juan de Austria. En 1573 y 1574 se encontraba en Sicilia y en Nápoles, donde mantuvo relaciones amorosas con una joven a quien llamó «Silena» en sus poemas y de la que tuvo un hijo, Promontorio. Es posible que pasara por Génova a las órdenes de Lope de Figueroa, puesto que la ciudad ligur aparece descrita en El licenciado Vidriera, y finalmente se dirigiera a Roma, donde frecuentó la casa del cardenal Aquaviva (a quien dedicaría La Galatea), conocido suyo, tal vez desde Madrid, y por cuya cuenta habría cumplido algunas misiones y encargos. Fue la época en que Cervantes se propuso conseguir una situación social y económica más elevada dentro de la milicia, con el cargo de alférez o capitán, para lo cual obtuvo dos cartas de recomendación ante Felipe II, firmadas por Juan de Austria y por el virrey de Nápoles, en las que se certificaba su valiente actuación en la batalla de Lepanto.

Con esta intención, los Cervantes se embarcaron en la goleta Sol, que partió de Nápoles el 20 de septiembre de 1575, y lo que debía ser un expeditivo regreso a la patria se convirtió en el principio de una infortunada y larga peripecia. A poco de zarpar, la goleta se extravió tras una tormenta que la separó del resto de la flotilla y fue abordada, a la altura de Marsella, por tres corsarios berberiscos al mando de un albanés renegado de nombre Arnaute Mamí. Tras encarnizado combate y consiguiente muerte del capitán cristiano, los hermanos cayeron prisioneros. Las cartas de recomendación salvaron la vida a Cervantes pero serían, a la vez, la causa de lo prolongado de su cautiverio: Mamí, convencido de hallarse ante una persona principal y de recursos, lo convirtió en su esclavo y lo mantuvo apartado del habitual canje de prisioneros y del tráfico de esclavos corriente entre turcos y cristianos. Esta circunstancia y su mano lisiada lo eximieron de ir a las galeras.

Argel era en aquel momento uno de los centros de comercio más ricos del Mediterráneo. En él muchos cristianos pasaban de la esclavitud a la riqueza renunciando a su fe. El tráfico de personas era intenso pero la familia de Cervantes estaba bien lejos de poder reunir la cantidad necesaria siquiera para el rescate de uno de los hermanos. Cervantes protagonizó, durante su prisión, cuatro intentos de fuga. El primero fue una tentativa frustrada de llegar por tierra a Orán, que era el punto más cercano de la dominación española. El segundo, al año de aquél, coincidió con los preparativos de la liberación de su hermano. En efecto, Andrea y Magdalena, las dos hermanas de Cervantes y de quienes se supone que ejercían la prostitución, mantuvieron un pleito con un madrileño rico llamado Alonso Pacheco Pastor, durante el cual demostraron que debido al matrimonio de éste sus ingresos como barraganas se verían mermados, y, según costumbre, obtuvieron dotes que fueron destinadas al rescate de Rodrigo, quien saldría de Argel el 24 de agosto de 1577, fracasado otro intento de fuga de Miguel, y los hermanos se despidieron, salvando este último la vida de la ejecución debido a que su dueño lo consideraba un «hombre principal».

El tercer intento fue mucho más dramático en sus consecuencias: Cervantes contrató un mensajero que debía llevar una carta al gobernador español de Orán. Interceptado, el mensajero fue condenado a muerte y empalado, mientras que al escritor se le suspendieron los dos mil azotes a los que se le había condenado y que equivalían a la muerte. Una vez más, la presunción de riqueza le permitió conservar la vida y alargó su cautiverio. Esto sucedía a principios de 1578. Finalmente, un año y medio más tarde, Cervantes planeó una fuga en compañía de un renegado de Granada, el licenciado Girón. Delatados por un tal Blanco de Paz, Cervantes fue encadenado y encerrado durante cinco meses en la prisión de moros convictos de Argel. Tuvo un nuevo dueño, el rey Hassán, que pidió seiscientos ducados por su rescate. Estaba aterrado: temía un traslado a Constantinopla. Mientras, su madre, doña Leonor, había iniciado trámites para su rescate. Fingiéndose viuda, reunió dinero, obtuvo préstamos y garantías, se puso bajo la advocación de dos frailes y, en septiembre de 1579, entregó al Consejo de las Cruzadas 475 ducados. Hasta el último momento, Hassán retuvo a Cervantes, mientras los frailes negociaban, pedían limosna para completar la cantidad y por último, el 19 de septiembre de 1580, fue liberado y, tras un mes en que para limpiar su nombre pleiteó contra Blanco de Paz, se embarcó para España el 24 de octubre.

Cinco días más tarde, después de un lustro de cautiverio, Cervantes llegó a Denia y volvió a Madrid. Tenía treinta y tres años y había pasado los últimos diez entre la guerra y la prisión; su familia, empobrecida y endeudada con el Consejo de las Cruzadas, reflejaba, en parte, la profunda crisis general del imperio, que se agravaría luego de la derrota de la Armada Invencible en 1587. Al retornar, Cervantes renunció a la carrera militar, se entusiasmó con las perspectivas de prosperidad de los funcionarios de Indias, trató de obtener un puesto en América y fracasó. Mientras, fruto de sus relaciones clandestinas con una joven casada, Ana de Villafranca (o Ana de Rojas), nació una hija, Isabel, criada por su madre y por el que aparecía como su padre putativo, Alonso Rodríguez.

A los treinta y siete años Cervantes se casó. Su novia, Catalina de Salazar y Palacios, era de una familia de Esquivías, pueblo campesino de La Mancha. Tenía sólo dieciocho años, no obstante, no parece haber sido una unión signada por el amor. Meses antes, el escritor había acabado su primera obra importante, La Galatea, una novela pastoril al estilo puesto en boga por la Arcadia de Sannazaro cincuenta años atrás. El editor Blas de Robles le pagó 1.336 reales por el manuscrito. Esta cifra nada despreciable y la buena acogida y el relativo éxito del libro animaron a Cervantes a dedicarse a escribir comedias; aunque sabía que mal podía competir él, todavía respetuoso de las normas clásicas, con el nuevo modo de Lope de Vega, dueño absoluto de la escena española. Las dos primeras (La comedia de la confusión y Tratado de Constantinopla y muerte de Selim, escritas hacia 1585 y desaparecidas ambas) obtuvieron relativo éxito en sus representaciones, pero Cervantes fue vencido por el vendaval lopesco y, a pesar de las veinte o treinta obras (de las que sólo conocemos nueve títulos y dos textos, Los tratos de Argel y Numancia), alrededor de 1600 había dejado de escribir comedias, actividad que retomaría al fin de sus días.

Entre 1585 y 1600 Cervantes fijó su residencia en Esquivías, pero solía visitar Madrid solo y, allí, alternaba con los escritores de su tiempo, leía sus obras y mantenía una permanente querella con Lope de Vega. En 1587 ingresó en la Academia Imitatoria, primer círculo literario madrileño, y ese mismo año fue designado comisario real de abastos (recaudador de especies) para la Armada Invencible. También este destino le fue adverso: en Écija se enfrentó con la Iglesia por su excesivo celo recaudatorio y fue excomulgado; en Castro del Río fue encarcelado, en 1592, acusado de vender parte del trigo requisado, hasta que, al morir su madre en 1594, abandonó Andalucía y volvió a Madrid. Pero sus penurias económicas siguieron acompañándole. Nombrado recaudador de impuestos, quebró el banquero a quien había entregado importantes sumas y Cervantes dio con sus huesos en la prisión, esta vez en la de Sevilla, donde permaneció cinco meses. En esta época de extrema carencia comenzó probablemente la redacción del Quijote. Entre 1604 y 1606, la familia de Cervantes, su esposa, sus hermanas de tan dudosa reputación y su aguerrida hija natural, así como sus sobrinas, siguieron a la corte a Valladolid, hasta que el rey Felipe III ordenó el retorno a Madrid.

Pero en 1605, a principios de año, apareció en Madrid El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha. Su autor era por entonces hombre enjuto, delgado, de cincuenta y ocho años, tolerante con su turbulenta familia, poco hábil para ganar dinero, pusilánime en tiempos de paz y decidido en los de guerra. La fama fue inmediata, pero los efectos económicos apenas se hicieron notar. Cuando, en junio de 1605, toda la familia Cervantes, con el escritor a la cabeza, fue a la cárcel por unas horas a causa de un turbio asunto que sólo tangencialmente les tocaba (la muerte de un caballero asistido por las mujeres de la familia, ocurrida tras ser herido aquél a las puertas de la casa), don Quijote y Sancho ya pertenecían al acervo popular. Su autor, mientras tanto, seguía pasando estrecheces. No le ofreció respiro ni siquiera la vida literaria: animado por el éxito del Quijote, ingresó en 1609 en la Cofradía de Esclavos del Santísimo Sacramento, a la que también pertenecían Lope de Vega y Quevedo. Era ésta costumbre de la época, que ofrecía a Cervantes la oportunidad de obtener algún protectorado. En aquel mismo año se firmó el decreto de expulsión de los moriscos y se acentuó el endurecimiento de la vida social española sometida al rigor inquisitorial. Cervantes saludó la expulsión con alegría, mientras su hermana Magdalena ingresaba en una orden religiosa. Fueron años de redacción de testamentos y contiendas sórdidas: Magdalena había excluido del suyo a Isabel en favor de otra sobrina, Constanza, y Cervantes renunció a su parte de la finca de su hermano también en favor de aquélla, dejando fuera a su propia hija, enzarzada en un pleito interminable con el propietario de la casa en la que vivía y en el que Cervantes se había visto obligado a declarar a favor de su hija.

A pesar de no conseguir siquiera (como tampoco lo logró Góngora) ser incluido en el séquito de su mecenas el nuevo virrey de Nápoles, el conde de Lemos, quien, sin embargo, le daba muestras concretas de su favor, Cervantes escribió a un ritmo imparable: las Novelas ejemplares, que aparecieron en 1613; el Viaje al Parnaso, en verso, 1614. Ese mismo año lo sorprendió la aparición, en Tarragona, de una segunda parte del Quijote, por un tal Avellaneda, que se proclamó auténtica continuación de las aventuras del hidalgo. Así, enfermo y urgido, mientras impulsaba la aparición de las Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados (1615), acabó la segunda parte del Quijote, que aparecería en el curso del mismo año.

A principios de 1616 estaba terminando su novela de aventuras en estilo bizantino, Los trabajos de Persiles y Segismunda; el 19 de abril recibió la extremaunción y al día siguiente redactó la dedicatoria al conde de Lemos, ofrenda que ha sido considerada como exquisita muestra de su genio y conmovedora expresión autobiográfica: «Ayer me dieron la extremaunción y hoy escribo ésta; el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir...».

Unos meses antes de su muerte, Cervantes tuvo una recompensa moral por sus penurias e infortunios económicos: uno de los censores, el licenciado Marques Torres, le envió una recomendación en la que relataba una conversación mantenida en febrero de 1615 con notables caballeros del séquito del embajador francés ante la corte Mariela: «Preguntáronme muy por menor su edad, su profesión, calidad y cantidad. Halléme obligado a decir que era viejo, soldado, hidalgo y pobre, a que uno respondió estas formales palabras: "Pues ¿a tal hombre no le tiene España muy rico y sustentado del erario público?". Acudió otro de aquellos caballeros con este pensamiento y con mucha agudeza: "Si necesidad le ha de obligar a escribir, plaga a Dios que nunca tenga abundancia, para que con sus obras, siendo él pobre, haga rico a todo el mundo"».

En efecto, ya circulaban traducciones al inglés y al francés desde 1612, y puede decirse que Cervantes supo que con el Quijote creaba una forma literaria nueva. Supo también que introducía el género de la novela corta en castellano con sus Novelas ejemplares y sin duda adivinaba los ilimitados alcances de la pareja de personajes que había concebido. Sus contemporáneos, si bien reconocieron la viveza de su ingenio, no vislumbraron la profundidad del descubrimiento del Quijote, fundación misma de la novela moderna.

Así, entre el 22 y el 23 de abril de 1616 murió en su casa de Madrid, asistido por su esposa y una de sus sobrinas; envuelto en su hábito franciscano y con el rostro sin cubrir, fue enterrado en el convento de las trinitarias descalzas, en la entonces llamada calle de Cantarranas. Hoy se desconoce la localización exacta de su tumba.

Las fuentes del arte de Cervantes como novelista son complejas: por un lado, don Quijote y Sancho son parodia de los caballeros andantes y sus escuderos; por otro, en ellos mismos se exalta la fidelidad al honor y a la lucha por los débiles. En el Quijote confluyen, pues, realismo y fantasía, meditación y reflexión sobre la literatura: los personajes discuten sobre su propia entidad de personajes mientras las fronteras entre delirio y razón y entre ficción y realidad se borran una y otra vez. Pero el derrotero de Cervantes, que acompañó tanto las glorias imperiales de Lepanto como las derrotas de la Invencible ante las costas de Inglaterra, sólo conoció los sinsabores de la pobreza y las zozobras ante el poder. Al revés que su personaje, él no pudo escapar nunca de su destino de hidalgo, soldado y pobre.

martes, 15 de enero de 2008

Francisco del Rosario Sánchez


Francisco del Rosario Sánchez es uno de los grandes próceres republicanos de la historia dominicana. Héroe del 27 de febrero de 1844, hombre de acción y, como Duarte, Mella, Cabral, Pimentel, Manzueta, Adón y otros, expresión auténtica de dominicanidad y de vocación patriótica, republicana y revolucionaria. Su vida como hombre público fue honesta, incorruptible e inmaculada y fue marcada por su comportamiento valiente, temerario e ingenuo.

Nació en Santo Domingo el 9 de marzo de 1817, durante los últimos años del período colonial conocido como la "España Boba". Fue el primer hijo de la unión de Narciso Sánchez, tablajero de profesión, y Olaya del Rosario, ambos personas de color. En el acta bautismal de Olaya del Rosario aparece como "parda libre", lo que implica su ascendencia africana. Cuando se unió a Narciso, ya era madre de un hijo a quien su compañero le dio su apellido. Francisco nació antes de que sus padres contrajeran matrimonio.

Poco sabemos de su niñez y adolescencia sino que, en los primeros años de su juventud fue "peinetero en concha" y, a los 22 años, escribiente del Estado Civil. Fue discípulo del padre Gaspar Hernández.

No se conoce cuando comenzó su relación con Juan Pablo Duarte pero el hecho de que no figuró entre los fundadores de la sociedad secreta "La Trinitaria" en 1838, hace pensar que se conocieron después de esa fecha. De todas formas, al ampliarse los trabajos de esa organización patriótica Sánchez se convirtió en un Trinitario en quien Duarte confiaba plenamente. Poco tiempo después de iniciados los trabajos que persiguen la separación y la independencia, pasó a ser el segundo jefe del movimiento. Extiende sus actividades de proselitismo e información fuera del ámbito de la ciudad de Santo Domingo.

Luego del triunfo del movimiento "reformista" que derrocó el gobierno de Boyer, cuando Charles Herard viaja a la parte Este, Sánchez, perseguido, sale de Los Llanos y se dirige a Santo Domingo, cruzando a nado el río Ozama y avisa a Duarte de la llegada de Herard. Buscado por las autoridades se esconde y logra evadir la persecución haciendo correr el rumor de que había muerto a consecuencia de enfermedad repentina.

Ausente Juan Pablo del país, asume la dirección del movimiento independentista que había entrado en su última y más peligrosa etapa. Desde su escondite dirige con serena actitud los preparativos del proyecto. Preside las reuniones del grupo y amplía contactos con representantes del sector social más importante de la ciudad. Mella le presta efectiva y oportuna colaboración. Para los primeros días de enero de 1844, redacta Sánchez el Manifiesto de Independencia que será publicado con fecha del 16 de ese mes y, a petición de Mella, es enviado a Tomás Bobadilla para su corrección.

Culminan en febrero los preparativos, y en reunión celebrada la noche del 24, en la que se toman las decisiones finales, el grupo de valientes elige a Sánchez, Comandante de Armas con el rango de coronel, lo que constituyó un reconocimiento expreso a su jefatura política y militar. A esa reunión asistieron además de Francisco del Rosario, Mella, Vicente Celestino Duarte (hermano de Juan Pablo), los hermanos Puello y los de la Concha (Jacinto y Tomás), Juan Alejandro Acosta y otros. A proposición de algunos de sus compañeros entre los cuales figuraron Félix Mercenario, Manuel María Valverde, Manuel Jiménez y Mariano Echavarría, se convino que Sánchez presidiera la Junta de Gobierno que debía dirigir los destinos de la naciente república. Es significativo señalar que los proponentes y la totalidad de los que aceptaron, en términos sociales, tenían más categoría que Francisco del Rosario, pero eso no les impedía reconocer las condiciones de liderato del joven conjurado.

Investido de esa autoridad, comparece la noche del 27 a la puerta de El Conde y encabeza todas las actividades. En la madrugada del 28 sus manos juveniles (apenas tiene 27 años), izan la bandera nacional al amparo del lema de ¡Dios, Patria y Libertad! En ese momento inmortal, presidida por Francisco del Rosario Sánchez, quedó fundada la República Dominicana.

Una vez que la Independencia es proclamada, se reorganiza la Junta Central Gubernativa en la cual se imponen los representantes del sector social más influyente; solamente Sánchez y Mella representan la línea independentista. Tomás Bobadilla sustituye a Sánchez en la presidencia, borra el decreto de exilio y ordena el regreso de Duarte al país.

El 14 de marzo arriba Duarte al puerto del Ozama. Sánchez y Mella suben a bordo de la goleta a recibir al compañero y líder del movimiento. Duarte se integra a la Junta y, nombrado General de Brigada, es destinado a Azua junto a Pedro Santana que hace días funge de general en jefe del naciente Ejército Libertador. Comienzan las contradicciones y los sucesos internos de Haití le dan un respiro a los dominicanos.

Mella, actuando en el Cibao Central como jefe político y militar, recibe a Duarte y lo proclama Presidente de la República en una decisión precipitada y emotiva. Se rompe el precario equilibrio que imperaba en el gobierno colegiado, en el cual los republicanos eran minoría, y se produce un golpe de Estado que lleva a la presidencia a Francisco del Rosario Sánchez.

La Junta integrada por patriotas republicanos es desconocida por Pedro Santana quien regresa de Azua y toma la ciudad de Santo Domingo. Reducidos a prisión, algunas voces proponen que sean fusilados. El 22 de agosto de 1844, apenas seis meses después de haber sido fundada la República, sus auténticos gestores, encabezados por Duarte, Sánchez y Mella son declarados traidores a su propia obra política y expulsados de por vida del territorio nacional. El 26 salen hacia Inglaterra Sánchez, Mella, Pina y otros. Duarte saldrá más tarde, el 10 de septiembre, hacia Hamburgo. Comienza así un largo calvario para los próceres de febrero. Duarte regresará, enfermo y solitario, veinte años después.

La nave que lleva a Sánchez y Mella naufraga en las costas de Irlanda y los sobrevivientes, entre ellos los dos dominicanos, llegan a Dublín. En diciembre de ese año se trasladan a territorio de los Estados Unidos y luego a Curazao. Permanecen cuatro años fuera del país, hasta que en septiembre de 1848, fuera Santana del poder, el Presidente Manuel Jiménez decreta una amnistía general que comprende en primer lugar a Duarte, Sánchez y Mella, así como a Pedro Alejandrino Pina y Juan Isidro Pérez. Sánchez regresa al país el 8 de noviembre y Jiménez lo nombra Comandante de Armas, o sea, jefe militar de la ciudad de Santo Domingo.

Comienza entonces la vida política partidista del prócer de febrero. En ella participará hasta el momento de su muerte ocupando importantes posiciones en los gobiernos de Jiménez, Santana y Buenaventura Báez. Nombrado Fiscal ante el Tribunal de Apelación de Santo Domingo, será quien llevará la acusación contra Antonio Duvergé en el primer juicio que le hizo Pedro Santana. Duvergé fue absuelto. Se hará a partir de entonces Defensor Público y recibirá licencia de la Suprema Corte de Justicia para ejercer. Autodidacta, aprenderá francés y latín. Adquirió apreciable cultura y sus defensas como abogado fueron notables. Desterrado en abril de 1855, regresó al país en agosto de 1856.

Los ideales independentistas de Sánchez se vieron tirados al suelo cuando Pedro Santana buscó con la anexión a España, la protección economico-militar. Sánchez expresa su oposición a las gestiones de Santana. Reducido a prisión en agosto de 1859 es desterrado de nuevo, por tercera vez, en septiembre de ese año. Se traslada a Saint Thomas y desde allí comienza, sin recursos económicos, su lucha contra la traición y venta de la patria. Reclama la unidad de todos los dominicanos y viaja hacia Haití en busca de ayuda del presidente Geffrard.

Geffrard vacila y, bajo presión española, ordena que Sánchez y otros dominicanos salgan de territorio haitiano, pero después, frente a la evidencia de los hechos, autoriza su regreso y le promete a Sánchez ayuda. El 20 de enero de 1861, éste publica su manifiesto en el cual afirma, frente a sus enemigos: Yo soy la bandera nacional. Dos días después, el 22, se integra en Curazao bajo su dirección la Junta Revolucionaria organizadora de la Revolución de la Regeneración Dominicana. .

Proclamada unilateralmente por Pedro Santana, la anexión a España el 18 de marzo, toman los acontecimientos un rumbo diferente. El 2 de mayo se produce en Moca el levantamiento de José Contreras, y el 1ero. de junio, en horas de la tarde, inicia Sánchez su invasión a territorio dominicano. Traicionado y emboscado, fue hecho prisionero y juzgado por órdenes de Santana. Un tribunal sin autoridad legal o militar, lo condenó a muerte junto a otros compañeros. En el juicio asumió la responsabilidad de todos los hechos y pidió clemencia para sus subalternos.

Murió fusilado el 4 de julio de 1861 a las cuatro de la tarde, en el cementerio de San Juan de la Maguana. Fundador y prócer dos veces de la República, con la entrega de su vida en el martirologio de San Juan, entró en la inmortalidad como ejemplo inigualable de nuestra historia.

jueves, 10 de enero de 2008

Hillary Rodham Clinton



Nombre: Hillary Rodham Clinton

Partido: Demócrata

Residencia: Chappaqua

Estado civil: Casada (Bill)

Ocupación: Funcionaria pública Exp. política previa: Senado de EEUU, 2000-presente

Educación: Wellesley College, 1969; Universidad de Yale, 1973

Nació: Octubre 26 de 1947

Lugar de nacimiento: Chicago, IL

Religión: Metodista

Comité: Hillary Clinton For PresidentHillary Rodham Clinton, nació el 27 de octubre del 1947, en Chicago, Illinois, hija mayor de Dororhy y Hugh Rodham, quienes además tuvieron a Hugh y Tony.

Realizó sus estudios en el Wellesley College y la Facultad de Derecho de Universidad de Yale, donde conoció a quien sería su esposo, Bill Clinton. Su nombre de soltera era Hillary Diane Rodham.

Durante esta época trabajó como abogada del personal de la organización Children's Defense Fund. En 1973, una vez terminados sus estudios, empezó a dirigir el consejo de administración en dicho centro. Al año siguiente se fue a vivir a Arkansas, donde dio clases de derecho en la Universidad del Estado.

En 1975 se casó con Bill Clinton. Al poco tiempo Hillary abrió un despacho de abogados, donde permaneció hasta 1992, año en que su marido se presentó para la campaña electoral. En 1980 nació su primera y única hija, Chelsea.

Desde 1993 al 2001 fue la primera dama de los Estados Unidos, como

esposa del presidente Bill Clinton. Es miembro del Partido Demócrata.

Actualmente es senadora por Nueva York, puesto que ocupa desde el 3 de enero de 2001, cuando resultó la primera mujer en ser electa a ese cargo por los habitantes de la Gran Manzana. Fue reelegida en las elecciones legislativas de noviembre de 2006.

La senadora es favorita para convertirse en la primera candidata mujer a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Demócrata en las elecciones del 2008.

En enero de 2007 anunció que competirá en las primarias del Partido Demócrata por la candidatura de su partido a la presidencia de EEUU.

Si gana, Hillary sería la primera mujer elegida presidente.

El escándalo de Mónica Lewinski, en 1998, afectó mucho su imagen pública.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Santa Claus, San Nicólas o Santicló


La primera luz, hacia el noveno decenio del siglo III, en la ciudad de Patara, de la Licia, la pequeña Suiza del Asia Menor. Fue obispo de Mira, la metrópoli de su provincia natal. Asistió al primer Concilio ecuménico, el de Nicea, del año 325. Falleció hacia el 344. En el siglo XI, unos mercaderes italianos sustrajeron de Mira su cuerpo, para salvarlo de la profanación sarracena, y lo transportaron a Bari, donde es venerado. - Fiesta: 6 de diciembre. Misa propia.

He aquí la figura de un gran obispo, cuya historia -hermosa en sí misma- se entrevera con abundancia de leyendas. Varón de glorioso renombre en Oriente y en Occidente, ha sido ensalzado, a través de dieciséis siglos, por oradores, poetas y artistas.

Los padres de Nicolás eran nobles, y ejemplares cristianos. Le procuraron sólida educación moral e intelectual. Se encargó de su integral formación el propio obispo de Pitara.

Muy joven nuestro Santo quedó huérfano y dueño de una inmensa fortuna, que en sus manos fue un medio "para hacerse amigos en el Cielo". "Vende tus bienes -insinuó el Salvador al joven rico-, repártelos a los pobres". Así lo hizo Nicolás. ¿Precisará recordar el drama de las tres jóvenes hermanas dotadas para el matrimonio? Eran hijas de un hombre desgraciado que, habiendo perdido todos sus recursos, concibió el abominable plan de venderlas, es decir, de poner a precio su inocencia.

La idea llegó a conocimiento de Nicolás, el cual, en una noche sin luna, deslizóse hasta la ventana mal cerrada del tugurio donde vivía la miserable familia. Con presteza echó dentro de la estancia una bolsa llena de oro y se evadió inmediatamente. Sorpresa del padre, al darse cuenta de la bolsa a la mañana siguiente. "He aquí un dote bajado del cielo, he aquí a una de las hijas fuera ya de peligro". Dos veces más el joven repitió la operación. Pero a la tercera, el padre estaba al acecho y le cortó la retirada: "Pero ¿quién sois vos?" "Os ruego que me guardéis el secreto; no me traicionéis". "¡Vaya si os voy a descubrir! Porque, de otra suerte, se me acusará de haber robado las dotes de mis hijas".

¿No fue para evitar honores y ensalzamientos que Nicolás emprendió secretamente la fuga a Mira? Acaba de fallecer el obispo de Mira en el momento en que el virtuoso fugitivo de Pitara llegaba a la ciudad de incógnito. Como sentía tan honda inclinación al rezo y al templo, que era su placer pasarse en él largas horas, dirigióse de madrugada al que llamaríamos ahora la iglesia catedral. Creyó estar solo allí.

Pero antes había entrado ya el decano de los obispos que habían venido a reunirse en Mira para designar -según legítima costumbre de la época- al sucesor del prelado difunto. Y he aquí que, acercándose él al rico joven, le preguntó si era Nicolás de la vecina ciudad de Patara. Y habiéndole contestado afirmativamente, le dijo el decano: "Esta noche misma, en un sueño con que Dios ha querido favorecerme, os ha señalado Él como futuro obispo a quien debemos elegir". Fue inútil toda resistencia. Poco después el pueblo invadía la iglesia y aclamaba como obispo al que le era presentado por los prelados.

De este modo fue sumergido Nicolás en un episcopado que iba a ser repleto de tribulaciones, pruebas, luchas y prodigios. La primera grande aflicción, la del encarcelamiento. No se había extinguido el incendio de las persecuciones. Otorgada por Constantino a la Iglesia la plena libertad, en el edicto de Milán, del año 313, Licinio, que lo había suscrito con él, no lo respetó lealmente y siguió cebándose con crueldad en los cristianos, en su demarcación gubernativa del Oriente.

Fue seguramente en este período cuando el prelado sufrió su cárcel, bajo cualquier pretexto. Sólo el triunfo de Constantino sobre Licinio, por las armas, conquistó la paz completa a los creyentes de aquellas regiones. Y esto casi diez años después del edicto famoso.

Un obispo era en aquella época el Padre nutricio de su pueblo. Solía administrar vastos cultivos e instituciones en orden al mantenimiento de la población y, en caso de crisis, era el llamado por excelencia a preocuparse de las soluciones.

En virtud de la legislación imperial, el obispo podía conocer todos los litigios, no tan sólo entre cristianos, sino también entre gentiles por una especie de procedimiento de arbitraje o juicio de paz. Era, pues, el defensor de la justicia. Por la fuerza de este tributo, fueron varias las ocasiones en que Nicolás pudo salvar las vidas de inocentes.

Advertido, por ejemplo, un día, misteriosamente, le fue posible penetrar en la prisión en el preciso momento en que la espada del verdugo iba a cortar la cabeza de tres jóvenes condenados a muerte contra toda razón. Tal vez, o casi seguramente, el caso dio origen a la leyenda de los tres niños destrozados, metidos en una cuba y resucitados por el Santo. Según la técnica de la Edad Media, es obvio que los tres prisioneros fuesen representados por niños metidos en un recipiente y dominados por la esbelta figura del taumaturgo.

Pero todas esas actividades, tan paternales, no significaban más que lo accesorio en las funciones del gran Obispo. Ante todo, hay que ponderar la nutrición de las almas que le habían sido confiadas. Como Hilario, como Agustín, como Martín y tantos otros famosos pastores, Nicolás sostuvo el buen combate de la fe cristiana.

Su fallecimiento no privó al mundo de sus milagros. Entre otros, son muy conocidos dos, de la Edad Media. San Nicolás salvó al Rey Luis de Francia y a su familia en una tormenta terrible que les estaba hundiendo al regreso de la séptima cruzada. El caballero de la Lorena Conon de Réchicourt, prisionero de los sarracenos, le invocó en la víspera de su suplicio, y fue prodigiosamente transportado a la iglesia de San Nicolás en su región, en cuyo atrio cayeron de su cuerpo todas las cadenas